Archivo de la categoría: Liderazgo

Ministros bi-vocacionales o profesionales?


La situación económica que ha golpeado todos los sectores de la economía estadounidense, y probablemente mundial, en los últimos casi cuatro años, no ha respetado al mundo religioso tampoco. Las Iglesias o congregaciones de todas las denominaciones o confesiones de fe, han debido ajustarse a la realidad.

Programas que fueron parte esencial de la vida de cualquiera de esas congregaciones u organizaciones, están hoy reducidas dramáticamente, en el mejor de los casos, o han desaparecido en el peor de los escenarios.

Desde el punto de vista Cristiano evangélico, esto ha traído nuevamente a la mesa la discusión acerca de una figura que en realidad nunca ha dejado de existir, pero que no ha recibido la atención o el respeto que se merece. Me refiero a la figura del pastor/plantador de Iglesias bi-vocacional, que es aquel que sirve a su congregación pero que recibe todo o parte de sus ingresos personales de otra fuente distinta a la congregación.

Por muchas décadas, la idea de que el pastor/plantador de Iglesias debía de ser un obrero a tiempo complete, que recibiera sus ingresos totales de la congregación o de alguna agencia para eclesiástica, fue la norma. Esto quizás debido a la herencia católico-romana y, posteriormente, de la reforma protestante que compartimos.

Este modelo de ministro profesional (o de tiempo completo), ha puesto en serios apuros a cientos de miles de congregaciones pequeñas alrededor del mundo occidental. Esto debido a que las finanzas de dichas congregaciones deben ser utilizadas, casi en su totalidad, para sostener al pastor/plantador de Iglesias y su familia, dejando el presupuesto que debe ser destinado a misiones, ministerio a la comunidad, etc, en niveles tan bajos que, a veces, ese tipo de acción de la iglesia, que debería de ser su esencia o razón de existir, apenas si se desarrolla.

Por otro lado, cuando se estudian las paginas del Nuevo Testamento (que es el fundamento doctrinal y práctico de la iglesia, no el modelo del Templo de Israel que se encuentra en el Antiguo Testamento), nos encontramos con la practica del ministerio bi-vocacional como fundamento del liderazgo Cristiano del siglo primero. Los ancianos o pastores que se establecían en las nuevas Iglesias, eran todos miembros activos de sus comunidades, y esto era, además, un requisito para ser considerado a la posición.

Ser bi-vocacional presenta un reto importante para el pastor/plantador de Iglesias. En primer lugar porque le obliga a mantener relación diaria con personas que no son parte de su congregación; en Segundo lugar, le pone en contacto con la cultura en la cual su congregación está sirviendo, y en tercer lugar, le obliga a desarrollar liderazgo en su congregación mas rápidamente de lo que lo hace un pastor/plantador de Iglesias de tiempo completo o profesional.

Continuaremos desarrollando este tema en futuras entregas. Mientras tanto, ustedes que piensan?


Creciendo por inmigración (Tercera Parte)


De nuevo por acá tratando de concluir el tema que empecé hace algunos meses atrás (prometo tratar de ser más frecuente con mis entradas en este blog).

Un hecho que las iglesias hispanas no toman en cuenta al momento de crear sus programas o de diseñar su estrategia es la existencia de la segunda generación (digo segunda pues cuando estamos hablando de una tercera, cuarta o quinta generación, como existe en algunos estados la situación es bastante diferente en su tratamiento).  Estamos frente al hecho de jóvenes que navegan en dos mundos a la vez: el anglo y el hispano, hablando en muchos casos dos idiomas (inglés y español), separados en la mayoría de las ocasiones de su familia extendida y viendo y sabiendo de sus primos, tíos y abuelos que viven en Latinoamérica a través de las noticias de sus padres o por la internet.

Estos jóvenes tienen ciertas características que los hacen diferentes de sus padres: conocen mejor la cultura que los rodea y son parte de ella, hablan inglés entre ellos pero con uso de dichos o palabras o frases en español, están logrando obtener títulos académicos que sus padres nunca obtuvieron y se relacionan con otras etnias de una manera mucho más fluida que sus padres.

En materia de espiritualidad tienen otra manera diferente de preguntar, cuestionan las respuestas que reciben de sus “líderes”, no se ajustan a los modelos eclesiológicos rígidos ni a los conceptos doctrinales tradicionales, son creativos en la expresión de su fe y desean una experiencia espiritual más que una enseñanza conceptual.

Basta con echar una mirada a las iglesias hispanas en los Estados Unidos y casi en su mayoría están vacías de jóvenes (salvo honrosísimas excepciones), lo cual nos da una idea de lo que no se está haciendo: desarrollando una estrategia que incluya y valore a los jóvenes como lo que son: sujetos llenos de todo el potencial necesario para hacer que la iglesia de Jesús extienda el Reino de los Cielos ahora mismo y en las próximas décadas.

Sin embargo, la actitud de la mayoría de los “líderes” de nuestras iglesias hacia los jóvenes es la de descalificación. Consideramos que por el hecho de no ser adultos, estar casados y tener hijos, poseer formación teológica y varios lustros de asistencia a la iglesia, no son capaces de desarrollar y ejercer los dones y talentos de que han sido dotados por Dios (lo cual es un contrasentido pues si ya tienen los dones y talentos, no entiendo cómo es que no pueden ejercerlos o desarrollarlos).

Esto se refleja también en el lamentable hecho de que la población hispana está totalmente a la retaguardia en la utilización de sus jóvenes adultos para la iniciación de nuevas iglesias. Básicamente no hay jóvenes adultos hispanos iniciando iglesias alrededor de los Estados Unidos y esto envía otro mensaje claro de nuestra parte: los jóvenes solo sirven para ser atendidos en un ministerio especial que los entretenga mientras crecen y se hacen adultos, y cuando mucho un líder joven puede solamente aspirar a ser pastor de jóvenes bajo esas condiciones.

Mientras esto sucede una generación entera de potenciales líderes del pueblo de Dios se está perdiendo: en el mejor de los casos se van para iglesias anglo, pero en la mayoría de las veces abandonan la iglesia para siempre.

Esto es algo de lo que tendremos que dar cuentas a Dios. ¿Ustedes que piensan?


Abiertos a innovar


Luego de varias semanas sin aparecer por acá, he retomado la Buena costumbre de escribir y dejar mis pensamientos disponibles para todo el que desee leerlos y compartir su criterio sobre los temas en los cuales pienso.

Hoy quiero reflexionar sobre lo que consideramos el modelo por excelencia para hacer iglesia.

Generalmente aceptamos sin vacilar la imagen de una iglesia reuniéndose en un edificio para tener un servicio semanal en domingo, con otras reuniones menores durante la semana en el mismo edificio: estudios bíblicos, reuniones de oración, grupos ministeriales específicos como jóvenes, mujeres, matrimonios, etc. En algunos casos se ha dado un paso en otra dirección y se usan los hogares de los miembros para tener esas reuniones, y los más innovadores van a restaurantes y cafés.

Sin embargo, al final todo apunta hacia el evento principal que es el servicio del domingo en el edificio y, entonces, el éxito de las actividades depende o se mide por la asistencia al servicio dominical. Ya dentro de este hay otros números para tomar en cuenta como la ofrenda y los bautismos, lo cuales afirman la sensación de éxito mencionada.

En el otro lado de la moneda está la iglesia en los hogares diseñada en gran medida, para cambiar el lugar de la reunión y el número de los asistentes. Es cierto que hay cambios significativos desde el punto de vista filosófico en cuanto a personal pagado (staff) o la recolección y el destino de la ofrenda, pero en el fondo muchas de estas congregaciones terminan enfocándose más en el método y el evento (nuevamente).

Tal parece en ambos casos que la meta final es preservar y hacer crecer el modelo cuando lo realmente importante, desde el punto de vista bíblico, es la gente.

Las personas que no tienen una relación personal con Jesús, que están llenas de dudas y preguntas espirituales, que desean ser aceptadas por ese organismo vivo y lleno de amor incondicional que debiera ser la iglesia, no están en el centro de nuestra atención.

Hablamos de evangelismo y misiones como una forma de ampliar el número de asistentes a los eventos (servicio dominical o reunión en las casas), los vemos como estrategias de alcance de un “mercado meta” disponible y como dos ministerios mas de los tantos que la iglesia tiene, porque en realidad el foco de la iglesia es el grupo de creyentes que se reúnen en los eventos principales. Prácticamente todos los recursos humanos, espirituales y materiales se dedican a atender las necesidades de los cristianos, bajo la idea del “discipulado”, cuando en realidad (y esto es una experiencia real en la mayoría de las congregaciones) el resultado de ese discipulado, que debería de ser una vida mas parecida a la de Jesús, no se ve por ninguna parte luego de años de esfuerzo e inversión. Y mientras tanto las personas sin Jesús siguen estando sin Jesús.

¿Que pasaría si el énfasis de la iglesia en su proceso de discipulado fuera ayudar a sus miembros a imitar a Jesús (el de la Biblia) en su relación diaria con las personas que están fuera de la iglesia, sin otra agenda que mostrar el amor de Dios al mundo que El tanto amó que dio a su único Hijo para que todo aquel que en El crea no se pierda sino que tenga vida eterna?

¿Ustedes que piensan?


Bienvenido Señor Presidente


Por fin pasaron las elecciones y los Estados Unidos tienen un nuevo Presidente. El Senador Barack Obama ha ganado los comicios del pasado 4 de noviembre por una abrumadora mayoría que lo llevó a la Casa Blanca y le aseguró a su partido el control de ambas cámaras en el Poder Legislativo de la Nación.

Pero lo que es realmente relevante de estas elecciones no es la victoria del Partido Demócrata, sino el hecho de que el pueblo norteamericano ha enviado un mensaje claro a todas las fuerzas vivas del país, el cual se puede resumir en algunos puntos que quiero comentar:

1)      La nueva generación, aquellos de cuarenta años o menos, se ha hecho sentir en esta elección sin distingos de raza o condición social. Hay una fuerza enorme de personas que pertenecen a ese segmento de población cansada del status quo y de un liderazgo rígido y anclado en modelos y respuestas que ya no son RELEVANTES para ellos. Son personas con un gran deseo de comunicar sus puntos de vista y de que estos sean tomados en cuenta de manera seria y respetuosa, así como de ser parte de la toma de decisiones en todos los niveles.

2)      La política de la división étnica de las personas como una forma de separación, ha sufrido una derrota aplastante. El nuevo Presidente fue electo con los votos de blancos, negros, hispanos y gentes de todas las etnias que forman parte del tapete racial de los Estados Unidos. Fuimos testigos de un verdadero movimiento multi-étnico alrededor del señor Obama.

3)      El concepto del cambio caló profundamente en el alma del ciudadano estadounidense no solo como un slogan político, sino como un verdadero grito de esperanza de millones de personas que sienten que es necesario un cambio de timón en el rumbo y la manera de hacer las cosas.

Ahora, en lo que toca a la iglesia, creo que podemos aprender mucho de esta elección si contextualizamos y aplicamos los tres apartados anteriores a la vida en nuestras congregaciones y denominaciones.  La actitud de levantar, apoyar y aplaudir a un nuevo liderazgo joven es un reto que no podemos esquivar si queremos subsistir en un mundo en el que las lealtades a ciegas partidarias o denominacionales ya no existen y el apoyo de la gente se basa, fundamentalmente, en la alineación con ciertos principios e ideas.

Este es un tema pendiente en la mayoría de las denominaciones y, especialmente, en las iglesias locales.

Por otro lado podemos ver la tendencia hacia lo multi-étnico en lugar de la separación dentro de las iglesias de mayor crecimiento en el país. Es un hecho que a mayor integración racial, mayor impacto y alcance de aquellos que no conocen a Cristo, y en el caso de las iglesias hispanas esto es especialmente cierto entre la segunda y tercera generación.

Por ultimo el concepto del cambio es un tema recurrente en la mayoría de las conversaciones entre líderes cristianos a través del país, sin embargo, aunque haya consenso al respecto, existe un temor paralizador a movernos hacia terrenos nuevos en cuanto a administración y gobierno de la iglesia, utilización de los recursos financieros de las denominaciones y las iglesias locales, apoyo decidido a algunas causas con aroma “secular” (aunque francamente yo no creo que exista algo como lo secular y lo espiritual o religioso de manera separada), etc. Si deseamos alcanzar un mundo que se mueve constantemente en la dirección del cambio, debemos abrazarlo también en aquellas cosas que no son esenciales a la fe que tenemos en el Hijo de Dios.

Todo lo demás es revisable y desechable.

¿Ustedes que piensan?


Enfocados en lo importante


Estamos en periodo electoral, no solo en los Estados Unidos sino también en muchas otras naciones alrededor del mundo.

El tiempo antes de las elecciones está siempre lleno de cuestionamientos y respuestas; algunas de ellas un tanto disparatadas y otras que de tanto repetirse cada periodo se han vuelto irrelevantes.

Pese a ello cada sector de la sociedad se involucra en la expresión de opiniones y se termina alineando a uno u otro lado del espectro político de acuerdo, y esa es nuestra esperanza, a sus mejores convicciones acerca de lo que es mejor para el país en el que vive y, en ultima instancia, para el mundo en general según sea que lo entienda desde su propia cosmovisión.

La iglesia no escapa a esta realidad. Cada día podemos escuchar en la radio, la televisión, los medios escritos y cibernéticos cristianos debates acalorados acerca de la ventaja de votar por uno u otro candidato o partido.

Esto no está mal. El problema es que se hace utilizando para ello una ecuación que mas o menos podría verse así: Cristiano = miembro de X partido político. Este es el punto de partida, la base fundamental de la discusión es que no hay discusión.

La iglesia en los Estados Unidos se ha alineado con una determinada fuerza política y para ello se utilizan argumentos como la lucha contra el aborto y el matrimonio homosexual o la mayor o menor postura conservadora de los líderes de esas fuerzas políticas.

Como creyentes y seguidores de Cristo estamos en total rechazo al aborto y al homosexualismo en general como práctica No interesa si la sociedad los acepta o no como cosas normales.

Sin embargo es el papel de la iglesia enfrentando esto lo que me preocupa seriamente. Recientemente conversaba con mi amigo David Jackson y sobre este tema y la conclusión a la que llegamos es que es una falacia pretender que lo que el Señor Jesús nos ordenó en cuanto a ir y hacer discípulos de manera que los corazones de las personas cambien y entonces y solo entonces, dejen sus conductas pecaminosas, pueda traducirse en votar por alguien esperando que promulgue leyes que impidan estas conductas de pecado. NO EXISTE NINGUNA LEY HUMANA QUE PUEDA IMPEDIR QUE EL HOMBRE SIN CRISTO PEQUE.

De hecho la sociedad en la que Jesús desarrolló su ministerio y en la que la iglesia inició su peregrinar por el mundo era peor que la actual: idolatría como norma de estado, inmoralidad sexual rampante como algo normal, desprecio por la vida humana, desprecio por el derecho internacional, etc. No obstante jamás encontramos a Jesús en los evangelios ordenando apoyar a algún partido político de su época a fin de cambiar esa realidad mediante decretos o leyes. Su estrategia fue mucho más audaz y revolucionaria: amar a los enemigos, ayudar a los necesitados, echar fuera demonios y proclamar el evangelio.

Quizás seria interesante ver a la iglesia haciéndolo nuevamente para entonces tener el avivamiento y el adecentamiento que esperamos.

¿Ustedes que piensan? 


Entrenándonos para dar


Resulta difícil a veces hablar de tener que entrenarse para cosas que en la Biblia son tan claras que con un entendimiento medio, una simple lectura sería suficiente para comprender lo que Dios desea de nosotros.

Este es el caso de temas como el de la evangelización, el apartarnos del pecado que nos esclavizaba y del cual hemos sido liberados o el ejercitar esa casi desconocida virtud de nuestros días de dar.

A este último tema me quiero referir. El pasado 2 de agosto tuvimos en las instalaciones de la Convención Bautista de Maryland/Delaware una conferencia llamada “Es un Nuevo Día para la Libertad Financiera”, un programa desarrollado por la Convención Bautista del Sur y el Ministerio Crown para exponer los principios bíblicos acerca del manejo del dinero por parte de los creyentes.

La asistencia fue excelente teniendo 62 asistentes en total de 13 diferentes iglesias hispanas de Maryland. El presentador Carlos Vélez, un hermano pastor, plantador de iglesias y seguidor de Jesús, miembro de la Alianza Cristiana Misionera, captó la atención de todos desde el principio. Su pasión y conocimiento del tema resultaron fundamentales para el éxito de la actividad.

Si desean contactar para sus propias iglesias u organizaciones un seminario de este tipo les recomiendo visitar los siguientes links: www.sbc.net/newday o www.crown.org, ahí podrán contactar a las personas correctas para obtener toda la información requerida.

Pero lo mas importante es que este tipo de eventos nos permite darnos cuenta cuan alejados vivimos los cristianos del estilo de vida que Dios espera de nosotros y que está claramente expresado en la Biblia.

No entiendo por qué a estas alturas de la historia de la iglesia, hermanos fieles deben de enseñarnos a ser fieles con nuestras finanzas, entendiendo con esto algo que va mucho mas allá del diezmo o las ofrendas que damos para la iglesia los domingos y abarcando nuestra vida financiera en general.

Mayordomía es más que separar el 10% para Dios: es hacer lo correcto con el 90% que nos queda y hacerlo a la manera del Señor. Ahí está la parte difícil del asunto y me temo que es parte de la famosa frase de Jesús de perder nuestra vida para encontrarla o negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirlo a él. Y es precisamente cuando se llega a este punto de quiebre en nuestras vidas en las que se nos enfrenta con decisiones radicales a fin de ser verdaderos seguidores de Cristo y dejar de ser simplemente miembros de una iglesia. Y también me temo que es por eso que muchos evitan llegar hasta ahí.

Si no estamos dispuestos a renunciar a nuestra vida como la conocemos para vivirla como Jesús nos ha llamado a hacerlo, entonces tampoco experimentaremos las bendiciones de una relación mas profunda con el Señor y nos quedaremos en el punto de la mediocridad espiritual en la que no somos capaces de ser instrumentos de Dios efectivos para extender su reino en la tierra.

¿Ustedes que creen? 


¿Y donde están los jóvenes?


En estos momentos me encuentro en Atlanta tomando parte de la Reunión anual de Lideres Estatales de la North American Mission Board. Como parte de las presentaciones se ha hecho hincapié en que estamos perdiendo a nuestros jóvenes adultos, especialmente después de los 18 años o luego de que salen de High School. La información, aunque no es desconocida, causa siempre una desazón en el corazón pues no podemos negar el hecho de que este segmento de la población es uno de los mas importantes de nuestra sociedad.

Sin embargo no es extraño que esto suceda. Inmediatamente después de oír el dato hice un rápido reconocimiento del lugar en el que estábamos y pude comprobar, como dicen en mi país “a ojo de buen cubero”, que el 90% de los casi 500 asistentes a la reunión éramos personas de mas de 40 años. Por supuesto el porcentaje es mayor en los que superan los 50.

Mi pregunta es ¿Cómo podemos pretender alcanzar un segmento al cual no conocemos y al que no le damos la oportunidad de liderar excepto en el ministerio de jóvenes o en la música? ¿Cómo es que si alguien es lo suficientemente bueno para casarse, conseguir un trabajo, tener hijos, iniciar iglesias o ir como misionero a otras partes del mundo, no lo es para estar en los puestos de dirección donde se toman las decisiones importantes? ¿Será que no les tenemos confianza o que nos consideramos insuperables a pesar de nuestros continuos fracasos en alcanzar a las nuevas generaciones?

Mientras nos respondemos estas preguntas el 70% de los jóvenes adultos de las iglesias bautistas del sur están abandonando sus congregaciones, algunos para toda la vida. Personalmente he decidido comprometerme a trabajar hombro a hombro con ellos no como mis aprendices si no como mis colegas. ¿Qué piensan ustedes?  


¿PLANTANDO IGLESIAS O EXTENDIENDO EL REINO?


Constantemente los que estamos envueltos en esto de la plantación de iglesias tendemos a identificar el esfuerzo que resulta en iniciar una nueva congregación con la extensión del Reino de Dios.

Esto tiene bases bíblicas, pues cuando leemos el libro de los Hechos notamos sin ningún lugar a dudas que esa fue la estrategia de Pablo al evangelizar el mundo gentil. Peter Wagner ha definido la plantación de iglesias como la mejor forma de evangelizar que exista debajo del cielo.

No cuestionamos la necesidad de iniciar iglesias que tiene básicamente todo el hemisferio occidental y buena parte del hemisferio oriental. Eso es lo que amamos hacer y es a lo que hemos sido llamados.

Sin embargo en una ocasión escuché a Neil Cole decir en una de sus conferencias llamadas “Greenhouse”, que cuando se habla de plantar o sembrar algo lo que se hace es poner primero una semilla y que, bíblicamente, esa semilla es la palabra o el evangelio del Reino. Solo después de hacer esto podremos ver surgir congregaciones que serán  expresiones del Reino.

Y es precisamente aquí que quiero llamar la atención pues siento que muchas veces centramos nuestro enfoque en la iniciación de iglesias per se y no necesariamente en la extensión del Reino, aunque nuestro discurso esté lleno de referencias a este Reino.

Esto tiene enormes implicaciones pues un enfoque centrado en el Reino preparará ciudadanos de ese Reino, los cuales entenderán cuales son las normas de su nueva patria, quien es su Señor y como se vive ahí. Si solo estamos enfocados en levantar una nueva obra, contentándonos con ver lo que algunos llaman “sitios de predicación” en lugares diferentes y creando solo miembros de la iglesia y no ciudadanos del Reino, probablemente el impacto en la comunidad no sea el esperado.  Podemos ver pasar eso cuando las nuevas iglesias tienen una asistencia mayoritaria de creyentes que se van de las iglesias a las que pertenecían o que se han mudado a la ciudad donde la iglesia ha sido levantada.

Hay ausencias de bautismos, de decisiones de seguir a Jesús por parte de aquellos que antes no lo hacían, las nuevas congregaciones no hacen ninguna diferencia en las comunidades en las que están, no hay actos de misericordia y amor hacia los necesitados y aquellos esclavizados por los vicios y el pecado no encuentran libertad.

Salvo honrosas excepciones yo no veo pasar eso en nuestras iglesias nuevas o antiguas.

No veo el Reino extenderse.

Ustedes ¿qué piensan?